«Abrió la puerta otro lacayo de librea, con una cara redonda y grandes ojos de rana. Y los dos lacayos, observó Alicia, llevaban el pelo empolvado y rizado. Le entró una gran curiosidad por saber lo que estaba pasando y salió cautelosamente del bosque para oír lo que decían.
El lacayo-pez empezó por sacarse de debajo del brazo una gran carta, casi tan grande como él, y se la entregó al otro lacayo, mientras le decía en tono solemne:
―Para la Duquesa. Una invitación de la Reina para jugar al croquet.
El lacayo-rana lo repitió en el mismo tono solemne, pero cambiando el orden de las palabras:
―De la Reina. Una invitación para la Duquesa para jugar al croquet».
Lewis Carroll. Alicia en el país de las maravillas