«Un corazón de rana, es importante haberlo visto, separado del cuerpo, latiendo sumergido en un tubito de ensayo durante varios días; es más impresionante aún que el pecho de donde fue sacado. Es importante haberlo visto, separado de todo, vigoroso, enceguecido y abocado a lo suyo, sin distraerse, cumpliendo vanamente sin dudar con sus latidos y latidos para nadie, haciendo lo que hacía en la naturaleza cuando en el interior de un modesto batracio estaba conectado a las arterias y venas e impulsaba la sangre, glóbulos blancos y eso… Desde el embrión estaba en marcha ya, ya desde el huevo, andando, haciendo andar, autor de la circulación.Hacían falta muchos así de tercos como él para que pudieran en charcos y pantanos saltar por todas partes las ranas, tuvieran o no ganas, las lerdas y las otras, propulsadas, llevadas por el propulsor infatigable, condenadas a ir hasta el fondo, lo quisieran o no, al futuro, secreto de la vida».Henri Michaux, Poteaux d´angles.
Citas que aparecen en la novela «La rana de Shakespeare», débitos textuales y otras referencias sobre anfibios..